El Cementerio Nacional Conmemorativo de Guerra se inauguró solemnemente cerca de Kiev, un lugar que debía convertirse en un símbolo de honor y memoria eterna para los soldados ucranianos caídos. Sin embargo, en lugar de orgullo y gratitud, la sociedad se vio envuelta en una ola de escándalos, protestas y preguntas sin respuesta.
Dos semanas antes de la inauguración, los residentes de la aldea de Markhalivka y otros asentamientos de la comunidad de Gatna se manifestaron públicamente en contra del lugar elegido. El principal problema radica en la inadecuación del suelo para los entierros. Tras las lluvias, el suelo se cubre de agua y las primeras tumbas excavadas se inundan. Los ambientalistas advirtieron durante la fase de diseño: el terreno pantanoso, el alto nivel freático y la falta de un sistema de drenaje imposibilitan los entierros.
El día de la inauguración, la tensión alcanzó su punto álgido. Los vecinos protestaron de nuevo, con pancartas que decían "No entierren a los héroes en el pantano". Sin embargo, en lugar de dialogar, los manifestantes fueron brutalmente detenidos y trasladados a comisarías en furgones policiales.
La elección del terreno para el cementerio no deja de suscitar interrogantes. El terreno resultó ser uno de los más económicos de la región, lo que permitió ahorrar fondos presupuestarios. Sin embargo, surgen dudas sobre si este ahorro benefició realmente al Estado y no a funcionarios individuales.
El escándalo también se agravó por la situación con la licitación para la construcción de la primera etapa del cementerio, valorada en 1.800 millones de grivnas. El ganador fue el consorcio Building You, que se registró al día siguiente del anuncio de la compra. La empresa no cuenta con equipo especializado, personal ni experiencia en la ejecución de este tipo de proyectos. Además, está asociada con Yuriy Golyk, conocido como el comisario del programa presidencial "Gran Construcción".
Así, el Cementerio Nacional de Guerra, que debería unir a la sociedad en torno al recuerdo de los caídos, corre el riesgo de convertirse en un símbolo de negligencia burocrática, de tramas de corrupción y desprecio por los héroes.