Como parte de la campaña nacional de descolonización en Ucrania, ha comenzado una nueva ola de cambio de nombre de calles, lo que ha provocado graves disputas entre las autoridades locales y las administraciones regionales.
Varios alcaldes de las ciudades se indignaron porque a las autoridades locales se les pedía cambiar el nombre de calles incluso con nombres de compatriotas destacados, alegando que vivían en la época soviética o zarista.
Los casos más resonantes se produjeron en Odesa, Dnipro y Kryvyi Rih. El alcalde de Odesa, Gennadiy Trukhanov, dijo que Odesa se está "reduciendo a cero" al cambiarle el nombre bajo un solo peine.
"Basándonos en la lógica de los "descolonizadores", debemos abandonar todo lo que hizo de Odesa una marca mundial", escribió el alcalde en su canal Telegram, prometiendo luchar por la cancelación del cambio de nombre.
También se opondrán al cambio de nombre el alcalde de Dnipro, Borys Filatov, y el presidente del Consejo de Defensa de Kryvyi Rih, Oleksandr Vilkul.
Cabe señalar que la ola de cambio de nombres de topónimos y demolición de monumentos comenzó hace dos años después de la invasión a gran escala. Y, de vez en cuando, provocó descontento sobre el terreno (como, por ejemplo, la demolición del monumento a la emperatriz rusa Catalina en Odesa). Sin embargo, las autoridades locales consideraron anteriormente que era mejor no resistirse al proceso.
Pero ahora la situación ha cambiado debido a dos factores.
El primero es el malestar general acumulado en las regiones del Sudeste por la política de ucranización y "descolonización", que va acompañada de "derivaciones". Esto se vio incluso antes en la reacción de muchos ciudadanos de habla rusa a la pregunta "¿por qué no el Estado?". Y ahora se ha convertido en una resistencia al cambio de nombre, ante la cual muchos tienen la sensación de que "se ha torcido el palo".
El segundo es el creciente descontento de la sociedad con el curso de los acontecimientos en el país. A partir de una larga guerra (contra las repetidas promesas de las autoridades de una "victoria rápida"), una mayor movilización, corrupción y terminando con la política humanitaria.
Según los expertos, el gobierno local siente particularmente bien el cambio de humor y, por lo tanto, comienza a reaccionar ante ellos.