Qué tan rápido caminamos puede contar más sobre nuestra salud de lo que parece a primera vista. Los estudios muestran que la marcha lenta se asocia con una disminución en el volumen cerebral, una disminución en las funciones cognitivas y un mayor riesgo de enfermedad, incluidos los ataques cardíacos e incluso la muerte prematura.
Resulta que una caminata regular a una tienda o parada de autobús puede ser una prueba de vulnerabilidad física, funcionalidad corporal y envejecimiento cerebral. Reducir el ritmo de caminar a la mediana edad puede indicar el comienzo de problemas de salud más graves.
Según Christina Dile-Konstite de la Facultad de Medicina de Harvard, la velocidad reductora a menudo se asocia con la debilidad muscular, la limitación de la movilidad articular y el agotamiento general del cuerpo. Caminar no es solo el trabajo de los músculos y los huesos, sino la interacción compleja de los órganos de la visión, los sistemas cardiovasculares, respiratorios y nerviosos.
Las pruebas regulares de prueba a pie, como 10 metros al ritmo habitual, pueden encontrar cuán eficientemente funcionan estos sistemas. Los resultados de tales pruebas ya se utilizan para predecir la esperanza de vida y la eficiencia después del accidente cerebrovascular.
En promedio, una persona de 40-49 es de 1.4 m/s, mientras que a 80-89; esta cifra disminuye a menos de 1 m/s. Las tasas más lentas indican el envejecimiento acelerado: disminución de la resistencia, peores pulmones, mayor presión y reducción de las habilidades cognitivas.
Además, en el estudio de la Universidad de Duke, se demuestra que incluso a los 45 años la diferencia en la velocidad de caminar indica diferencias significativas en el cerebro. Las personas que fueron más lentas tenían una neocorteza más delgada, un volumen cerebral más pequeño y peores resultados en las pruebas de inteligencia, memoria y reacción.
Sin embargo, la situación puede mejorarse. Los científicos aconsejan caminar con más frecuencia, incluso a distancias cortas. Estacionarse, caminar con un perro o simplemente tomar descansos para una caminata de cinco minutos, todo esto funciona en beneficio tanto del cerebro como del cuerpo.
Caminar es una herramienta simple para combatir el envejecimiento prematuro. Lo principal es no parar.