Algunas señales de nuestro cuerpo son tan insignificantes que no les prestamos atención. Sin embargo, son precisamente estos pequeños detalles los que pueden ser las primeras señales de alerta de un problema grave: la formación de un coágulo sanguíneo.
Un ejemplo revelador es la historia de la investigadora en bioastronáutica Kelly Gerardi, quien recientemente reveló que le diagnosticaron un gran coágulo sanguíneo sin síntomas clásicos. Evitó el desastre solo porque conocía su riesgo e insistió en hacerse pruebas adicionales. Su experiencia demuestra que cuidar el cuerpo puede salvar una vida.
Un trombo es un coágulo sanguíneo grueso que se forma en un vaso sanguíneo cuando las plaquetas y las proteínas comienzan a unirse. Se producen con mayor frecuencia en las venas, llamadas trombosis venosas. Estas incluyen la trombosis venosa profunda (TVP) y la embolia pulmonar (EP).
La cirujana vascular Dra. Lily Johnston explica: Si un coágulo de sangre en una vena de la pierna se desprende, puede viajar a los pulmones y bloquear el flujo sanguíneo, lo que provoca una complicación potencialmente mortal llamada embolia pulmonar.
Síntomas alarmantes que no se pueden ignorar
1. Hinchazón en una pierna.
Cuando un coágulo de sangre obstruye una vena, la sangre deja de fluir con normalidad. Esto causa hinchazón, generalmente en una sola pierna.
2. Dolor en la pantorrilla El
estancamiento de sangre crea presión sobre los tejidos, lo que se manifiesta como un dolor profundo o calambres que no desaparecen.
3. Enrojecimiento y sensación de calor en la zona afectada.
El cuerpo reacciona al coágulo con inflamación: la piel se enrojece y se calienta al tacto.
4. Dolor en el pecho o dificultad para respirar.
Esto puede indicar que un coágulo de sangre se ha desplazado a los pulmones. Se trata de una emergencia que requiere atención médica inmediata.
5. Tos con sangre o tos inexplicable
Cuando una parte del pulmón se ve privada de sangre, se produce irritación y sangrado en las vías respiratorias.
¿Quién está en riesgo?
Algunos factores aumentan significativamente la probabilidad de que se formen coágulos sanguíneos:
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Embarazo: cambios hormonales y presión en las venas.
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Predisposición familiar: trastornos hereditarios de la coagulación sanguínea.
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Estilo de vida sedentario: estar sentado o inmóvil durante períodos prolongados (por ejemplo, durante un vuelo).
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Fumar daña las paredes de los vasos sanguíneos.
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La obesidad aumenta la presión arterial y los procesos inflamatorios.
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Medicamentos hormonales: los anticonceptivos pueden aumentar la coagulación sanguínea.
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Cáncer: los procesos cancerosos activos aumentan significativamente los riesgos.
Cómo reducir el riesgo de coágulos sanguíneos
1. Muévete más.
La contracción de los músculos de las piernas ayuda a impulsar la sangre hacia el corazón. Incluso un breve calentamiento cada 1 o 2 horas mientras trabajas o viajas es una prevención eficaz.
2. Control del peso y estilo de vida.
La actividad física regular, dejar de fumar y mantener un peso saludable reducen significativamente los riesgos.
3. Beba suficiente agua.
La deshidratación espesa la sangre, por lo que beber abundante agua es una forma sencilla pero eficaz de prevenir la trombosis.
El riesgo de coágulos sanguíneos aumenta con la edad. Los médicos recomiendan vigilar de cerca la hinchazón, el dolor o la dificultad para respirar repentina en las piernas, especialmente si toma medicamentos hormonales o padece enfermedades crónicas.
En caso de duda, lo mejor es consultar con un médico o cirujano vascular. Un diagnóstico temprano puede salvarle la vida.