La agotadora guerra de posiciones en el este de Ucrania enfrentó una nueva amenaza mortal: el uso de gases químicos, que se han convertido en una poderosa herramienta en el arsenal de las tropas rusas. Este "asesino silencioso" permitió a los invasores lograr el éxito en la zona de Chasovoy Yar y Bakhmut a principios de año, así como en la actualidad en la zona de Pokrovsk. Como escribe el coronel retirado del ejército británico Hamish de Bretton-Gordon en su columna para The Telegraph, esta táctica nos lleva de regreso a las páginas más oscuras de la historia militar.
Un ataque con gas no es una nueva forma de hacer la guerra. Se utilizó por primera vez en abril de 1915, cuando las tropas alemanas utilizaron cloro contra las fuerzas aliadas que no tenían defensa contra tal ataque. Como hace más de un siglo, los resultados del uso de gas en los campos de batalla ucranianos son nefastos: los soldados abandonan sus posiciones y luego se convierten en blancos fáciles para la artillería y los drones rusos.
Según los datos, en enero de 2024, el ejército ucraniano registró unos 600 casos de uso de gas desde el comienzo de la invasión a gran escala en febrero de 2022. Desde entonces, sin embargo, esa cifra se ha disparado a 4.000. Muchas unidades de primera línea están expuestas a ataques con gases 2 o 3 veces al día, más comúnmente CS o cloropicrina, venenos desarrollados ya en la Primera Guerra Mundial. Aunque estos gases están prohibidos por la Convención sobre Armas Químicas de 1993, firmada tanto por Rusia como por Ucrania, el agresor sigue utilizándolos.
Bretton-Gordon señala que las tropas rusas utilizan estos gases para agotar y desmoralizar al ejército ucraniano. Las bombonas de gas lanzadas por drones dificultan la respiración y provocan vómitos. Los soldados se ven obligados a abandonar su cobertura, lo que los deja vulnerables a nuevos ataques de artillería.
Esta táctica, subraya el experto, es una grave violación del derecho internacional. La ONU debería responsabilizar inmediatamente al Kremlin por estos crímenes. La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) también debería enviar un equipo para investigar y documentar estos ataques.
El coronel británico también destaca la importancia de equipar al ejército ucraniano con máscaras antigás de alta calidad. Gran Bretaña, como uno de los principales fabricantes de respiradores del mundo, puede proporcionar rápidamente el equipo necesario para proteger a los soldados ucranianos de los ataques con gas. Esta asistencia es fundamental y no debería verse retrasada por obstáculos burocráticos.