Los analistas del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) han documentado que las fuerzas rusas han estado concentrando sus reservas de misiles balísticos y de crucero durante todo septiembre para llevar a cabo ataques combinados a gran escala con cientos de drones en días seleccionados.
El informe de ISW señala que Rusia no siempre utiliza misiles a diario; en cambio, su logística le permite acumularlos casi a diario y luego lanzarlos en grandes paquetes que acompañan a ataques masivos con vehículos aéreos no tripulados para suprimir los sistemas de defensa aérea ucranianos. Esta táctica aumenta las posibilidades de que Rusia alcance infraestructuras críticas y objetivos individuales.
ISW también observa cambios en la proporción de tipos de munición: los misiles de crucero se utilizan ahora con mayor frecuencia en ataques combinados, mientras que los misiles balísticos se emplean para ataques precisos contra objetivos individuales. Según los analistas, los misiles balísticos siguen siendo un medio para ataques puntuales, mientras que los misiles de crucero y los drones son herramientas para la supresión de las defensas aéreas y la destrucción masiva.
En septiembre, ISW estimó que los rusos llevaron a cabo sólo unos pocos ataques nocturnos con más de 10 misiles, y aproximadamente una vez cada dos semanas, ataques nocturnos con más de 40 misiles, lo que destaca una tendencia de escaladas periódicas en grandes paquetes entre una serie de ataques con drones más pequeños pero regulares.
Las consecuencias de estas tácticas se han hecho evidentes en una serie de ataques a gran escala en las últimas semanas: las oleadas de ataques de agosto y septiembre incluyeron incursiones con cientos de drones y docenas de misiles que impactaron zonas residenciales e infraestructura energética, causando víctimas y cuantiosos daños materiales. Fuentes internacionales y ucranianas han documentado una serie de estos ataques masivos, en algunos casos entre los más destructivos desde el comienzo de la guerra.
Los analistas de ISW también advierten que el mando ruso podría seleccionar deliberadamente ciudades e instalaciones de infraestructura energética que no estén cubiertas por el complejo Patriot para aumentar la probabilidad de un ataque exitoso. Este enfoque refuerza la importancia de mantener la flexibilidad operativa de los sistemas de defensa aérea ucranianos y priorizar la protección de las instalaciones más críticas.
Lo que esto significa para Ucrania: primero, hay una creciente necesidad de una rotación y reposición oportuna del complejo de defensa aérea; segundo, es de vital importancia fortalecer la interacción operativa entre los sistemas de defensa aérea y de inteligencia para minimizar el efecto de paquetes de ataques masivos; tercero, la infraestructura civil requiere medidas de protección adicionales y preparación para posibles nuevas oleadas de ataques.
Los expertos aconsejan seguir de cerca la inteligencia militar y los informes de ISW como una de las fuentes del panorama analítico, pero enfatizan que la escala de los ataques y su composición pueden cambiar rápidamente, por lo que las decisiones sobre la ubicación y el uso de los activos de defensa aérea deben ser flexibles y operativas.

