En el fondo del antiguo embalse de Kakhovka, científicos han descubierto restos de sustancias peligrosas, incluyendo metales pesados, que pueden afectar negativamente al medio ambiente. The Guardian informa al respecto, citando un estudio publicado en la revista Science.
A pesar de que esta zona ahora está cubierta de una densa vegetación, el suelo no es tan seguro como podría parecer. Los expertos han descubierto que, durante décadas, el polvo de las empresas industriales ubicadas aguas arriba del río Dniéper se depositó en el fondo del embalse, acumulando toxinas. Tras la destrucción de la central hidroeléctrica de Kakhovka, esta capa de limo comenzó a dispersarse por las zonas circundantes.
La ecóloga Oleksandra Shumilova explicó que las partículas finas de polvo actúan como una "esponja" porosa que absorbe y retiene sustancias nocivas. El volumen total de estos depósitos alcanza los 1,5 kilómetros cúbicos. Actualmente, se están filtrando al suelo, el agua y la vegetación, lo que representa un riesgo para los ecosistemas locales. Los metales pesados pueden causar cáncer, alteraciones hormonales, daño orgánico y también pueden entrar en la cadena alimentaria, amenazando a depredadores y animales grandes.
A pesar de ello, según el profesor Ivan Moisienko de Jersón, el riesgo para los humanos es actualmente mínimo. No hay población permanente en la zona del antiguo embalse, y la actividad agrícola es esporádica. Esto reduce significativamente la probabilidad de que las toxinas lleguen a los humanos a través de los alimentos o el agua.
Sin embargo, hay buenas noticias: las plantas, como los sauces, que habitan activamente el antiguo fondo del embalse, actúan como filtros naturales. Son capaces de acumular y neutralizar parcialmente las toxinas, un proceso conocido como fitorremediación. Los científicos creen que, gracias a este mecanismo natural, es posible reducir gradualmente el nivel de contaminación en la zona.