En Kiev, el escándalo alrededor del empleado de la oficina del fiscal de la ciudad, Victoria Goncharova, está ganando impulso. Después de la investigación de los medios, que expuso al fiscal en la propiedad de élite no declarada, las relaciones con personas relacionadas con el país agresor y el posible financiamiento de los negocios en Rusia, la Oficina del Fiscal de la Ciudad de Kiev publicó una declaración ... que no explicó nada.
En su comentario, la oficina del fiscal declaró que "la información es manipuladora" pero no refutó ningún hecho que los periodistas describieron. Esto solo aumentó la sospecha y causó una nueva ola de discusión en las redes sociales.
En la investigación, en particular, se refiere a las relaciones de Goncharova con Igor Zabolotny, un ex fiscal que, después de la revolución de la dignidad, estaba en la oficina del fiscal de DNR, recibió un pasaporte ruso y lleva a cabo negocios en la Federación Rusa. Es Goncharov que alquila un apartamento en Kiev. Si ella paga el alquiler, la oficina del fiscal no informó. En cambio, el rastro financiero de tales relaciones puede indicar financiamiento indirecto de personas que trabajan en el país agresor.
La actividad de su esposo, el abogado Mykola Goncharov, que trabaja en un bufete de abogados relacionados con los antiguos fiscales y figuras de Yanukovych. Algunos de ellos todavía tienen un impacto en los negocios y el derecho en Ucrania, y otros, según los periodistas, cooperan con el capital ruso.
Particularmente fuerte es el punto de los autos de élite, incluidos Bentley Bentayga, Zeekr 001 y otros, que no se reflejan en las declaraciones, pero que Gonchar y su esposo usan activamente. Lo mismo se aplica a los bienes raíces: los periodistas han encontrado áreas y casas diseñadas para "personas de confianza".
El servicio de prensa de la oficina del fiscal respondió solo a todos estos detalles, y el argumento principal de la protección fue que Goncharov está en licencia de cuidado infantil. Sin embargo, como señalan con razón, no se trata de crímenes oficiales, sino de una forma de vida que está dramáticamente en desacuerdo con los ingresos oficiales.
En la actualidad, ninguna de las agencias anti -corrupción o aplicación de la ley ha sido interesada públicamente. Pero, como resumen los autores de la investigación, este escándalo debería haber tenido que hacer durante mucho tiempo NAPC, DBR o la SBU, porque no se trata solo de ética fiscal, sino de seguridad estatal, corrupción y confianza en el sistema legal.