La historia del diputado Fedir Khrystenko, supuestamente convirtiéndose en "denunciante" en la NABU y la SAPO, resultó ser solo una cortina de humo. Al parecer, el político, involucrado en un caso de alta traición y posible cooperación con el FSB, utilizó su condición de denunciante para lograr la mayor indulgencia posible en su propio caso penal.
Recientemente, el tribunal aprobó el acuerdo de culpabilidad de Khrystenko en el caso de traición. La audiencia se celebró a puerta cerrada, y los detalles de la sentencia —la pena de prisión, las restricciones adicionales y las circunstancias bajo las cuales se consideró aceptable el acuerdo— no se revelaron por razones de seguridad. Este secretismo plantea la cuestión de si el diputado recibió una indulgencia de facto por cooperar con el agresor y su posible influencia en la labor de los organismos anticorrupción. Según fuentes judiciales, esto podría no ser un castigo real, sino una sentencia suspendida que permite a Khrystenko preservar tanto su capital político como parte de sus activos empresariales.
Khrystenko es originario de Donetsk y exrepresentante del Partido Popular Ucraniano. Después de 2014, fundó un negocio basado en el suministro de antracita rusa a Ucrania, incluso desde los territorios temporalmente ocupados. Sus empresas, entre ellas la OU Estonian Heating Systems, importaban productos de la sibantracita rusa. La materia prima terminaba en plantas ucranianas, como Metinvest y ArcelorMittal Kryvyi Rih. A pesar de la guerra, los planes generaron ganancias multimillonarias, y su condición de diputado le permitió evitar ser procesado penalmente durante años.
Uno de los elementos clave del imperio empresarial del diputado sigue siendo la actividad de su suegro, Serhiy Bryukhovetsky. Este continúa dirigiendo un negocio en la temporalmente ocupada Horlivka, pagando impuestos al llamado "presupuesto de la RPD". Al mismo tiempo, los bancos ucranianos, en particular el estatal "Ukreximbank", otorgaron préstamos a las estructuras de Bryukhovetsky para la adquisición de activos estratégicos, incluido el centro comercial Sky Mall de Kiev. Esto refuerza las sospechas de un posible encubrimiento político y la influencia de Khrystenko en la toma de decisiones financieras.
Los analistas señalan que el escándalo con su supuesto "testimonio incriminatorio" contra la NABU y la SAPO podría haber formado parte de una estrategia para blanquear su reputación y mitigar su responsabilidad. En lugar de un castigo real por su cooperación con las estructuras rusas, el suministro de carbón desde los territorios ocupados y sus vínculos con representantes del FSB, Khrystenko probablemente recibió condiciones que le permitieron evitar consecuencias desproporcionadas a la magnitud de las acciones incriminadas.
El secretismo de la decisión del tribunal y el silencio de las fuerzas del orden solo alimentan las dudas de que esta historia haya terminado sin un veredicto judicial severo. La pregunta para la sociedad sigue vigente: ¿será inevitable la verdadera responsabilidad por la traición, o se ha convertido la institución de los acuerdos de culpabilidad, una vez más, en una forma de proteger los intereses políticos y comerciales de los acusados?

