La corrupción en el sistema judicial ucraniano sigue siendo uno de los problemas más profundos que socava la confianza de los ciudadanos en la justicia y obstaculiza el desarrollo europeo del Estado. A pesar de años de reformas, los tribunales a menudo no funcionan como un órgano de justicia, sino como una herramienta de influencia para grupos políticos y empresariales. Un sistema controlado, clanes en el Consejo Superior de Justicia, nombramientos opacos de jueces y una impunidad total: esto es lo que ha convertido al poder judicial ucraniano en una casta cerrada, inaccesible a la ley.
Es sabido que los casos más sonados contra altos funcionarios se prolongan durante años o fracasan por completo en los tribunales. Incluso cuando la investigación aporta pruebas concretas, los jueces fallan a favor de los acusados. Este sistema no solo socava la confianza pública, sino que también ahuyenta a los inversores, quienes no ven garantías de justicia en Ucrania.
Nuestra investigación se centra en un ejemplo específico: la jueza del Tribunal de Apelación de Mykolaiv, Natalia Tyshchuk. Según su declaración oficial, es una persona con ingresos mínimos, sin bienes raíces, coche ni ahorros. Su salario anual es de 471.526 UAH, lo que apenas le permite llevar una vida lujosa. Pero tras la fachada de su aparente pobreza se esconde una realidad completamente diferente.
En la declaración de 2024, el juez solo indicó dos terrenos en la región de Nikolaev, dos casas y dos apartamentos en Kropyvnytskyi. Ni una palabra sobre coches de lujo. Sin embargo, según nuestros datos, el juez usa a diario un Porsche Cayenne valorado en unos 80.000 euros, matriculado a nombre de un familiar. Se trata de una estrategia típica de ocultación de propiedades entre los jueces ucranianos.
Pero los principales tesoros no están a nombre de ella, sino a nombre de su esposo, Tyshchuk Vyacheslav, un empresario con un patrimonio multimillonario. Entre sus propiedades se encuentran al menos cuatro oficinas, cinco terrenos, un Audi Q7 valorado en más de 100.000 euros, derechos corporativos y cuantiosas cuentas bancarias. Sin embargo, resultó que esto es solo la punta del iceberg.
Nuestra fuente informa que la familia posee bienes inmuebles en el extranjero, en particular una casa en Grecia, que el juez no incluyó en la declaración. Pero la situación adquiere proporciones escandalosas cuando descubrimos que su esposo está en la lista internacional de personas buscadas por la República de Kazajistán. Es sospechoso de lavado de dinero, creación de un grupo criminal transnacional y participación en el narcotráfico.
En julio de 2025, fue detenido en Moldavia, pero la parte ucraniana, como siempre, fingió que no había pasado nada. En 2021, el SBU ya había realizado búsquedas en la familia Tyshchuk por sospecha de blanqueo de capitales a petición del FBI, pero el caso, como de costumbre, no llegó a los tribunales.
Esta historia no se trata solo de un juez. Se trata de todo el mecanismo mediante el cual los jueces, escudándose en sus mantos, se convierten en garantes de la impunidad. Mientras el sistema dependa de estos "sirvientes de Themis", la justicia en Ucrania será solo una palabra. Nuestra investigación se transferirá a la NACP y a las fuerzas del orden, para que al menos esta vez quienes se esconden tras la ley no eludan su responsabilidad.