Después de los 65 años, el cuerpo tolera mucho peor el alcohol, e incluso pequeñas dosis que antes parecían seguras pueden convertirse en un factor de riesgo de lesiones, deterioro cognitivo e interacciones peligrosas con medicamentos. Neurólogos y nutricionistas advierten sobre esto, enfatizando que en la tercera edad, el alcohol no es un placer con moderación, sino una carga tóxica para el organismo. Los médicos aconsejan abandonar completamente el alcohol después de los 65 años o reservarlo para ocasiones especiales.
Los expertos explican que, con la edad, no solo cambia la sensación de embriaguez, sino también la forma en que el cuerpo procesa el alcohol. El hígado y los riñones eliminan las toxinas más lentamente, la masa muscular disminuye y la proporción de líquidos en el cuerpo se reduce. Como resultado, la misma cantidad de alcohol produce una mayor concentración en sangre que a una edad más temprana, y por lo tanto, un efecto más intenso y duradero.
Los médicos advierten: incluso pequeñas cantidades de alcohol después de los 65 años pueden afectar la coordinación, provocar debilidad y mareos. Esto es especialmente peligroso debido a la fragilidad ósea propia de la edad avanzada. Cualquier caída puede resultar en una fractura, pérdida de movilidad a largo plazo e incluso discapacidad. Es decir, lo que a los 30 o 40 años se limitaría a un simple moretón, a los 70 podría requerir una cirugía de cadera.
Otro factor de riesgo es la interacción del alcohol con medicamentos de uso habitual. En la tercera edad, es frecuente tomar medicamentos para la presión arterial, el corazón, anticoagulantes, analgésicos y tranquilizantes. El alcohol puede potenciar el efecto sedante, disminuir drásticamente la presión arterial y provocar desorientación o desequilibrio. Los médicos advierten: no se trata solo de un ligero mareo, sino de un riesgo real de desmayo y lesiones.
Un tema aparte es el cerebro. El consumo regular de alcohol acelera la pérdida de memoria, afecta la capacidad de concentración y aumenta el riesgo de trastornos cognitivos, incluida la demencia. El alcohol es esencialmente una neurotoxina: daña las células nerviosas, afecta los procesos químicos del cerebro y puede empeorar los problemas de sueño, estado de ánimo y atención. A esta edad, incluso una copa de vino por la noche ya no es solo una cuestión de bienestar, sino una carga adicional para el sistema nervioso.
Por ello, los expertos recomiendan cada vez más a las personas mayores que cambien su enfoque: en lugar de afirmar que "el alcohol con moderación es beneficioso", ahora se propone que "el alcohol después de los 65 años es indeseable". Como alternativa, se propone lo que realmente se asocia con mejores indicadores de salud en la vejez: una dieta basada en pescado, verduras, legumbres y cereales integrales (dieta mediterránea), una hidratación adecuada, actividad física moderada regular, un sueño reparador y el control de la presión arterial. Esto se relaciona directamente con una mejor salud vascular y un menor riesgo de deterioro cognitivo.
Los médicos también hacen hincapié en otro grupo de edad crítico: los adolescentes. A diferencia de las personas mayores de 65 años, en quienes el problema radica en la vulnerabilidad, para los niños y adolescentes el problema reside en el desarrollo cerebral.
Entre los 15 y los 17 años, el cerebro se encuentra en plena formación. Durante este periodo maduran las áreas responsables de la memoria, el autocontrol y la regulación emocional. El consumo de alcohol en esta etapa interfiere con la maduración normal del sistema nervioso. Incluso el consumo ocasional puede retrasar el desarrollo cerebral, afectar la concentración, dificultar el aprendizaje y repercutir en la estabilidad emocional y el equilibrio hormonal.
Además, la exposición temprana al alcohol está directamente relacionada con el riesgo de adicción en la edad adulta. Cuanto antes empiece a beber un adolescente, mayores serán las probabilidades de desarrollar una adicción estable al alcohol en la edad adulta. Por eso, los médicos mantienen una postura firme: el alcohol está totalmente contraindicado para niños y adolescentes.
La conclusión general de los expertos es la siguiente: no existe una edad universalmente segura para el consumo de alcohol. En los adolescentes, supone un golpe para el cerebro, que aún está en desarrollo. En las personas mayores de 65 años, supone un golpe para el organismo, que ya está trabajando al límite de sus capacidades. Por lo tanto, la fórmula «un poco es suficiente para todos» ya no se considera una postura médica moderna.

