Más de tres millones de niños en el mundo han muerto en un año, no de nuevos virus, no de enfermedades desconocidas, sino de las infecciones habituales que ya no son tratables. La razón es la creciente resistencia de las bacterias a los antibióticos, que se consideraron una garantía de supervivencia.
El consenso médico mundial ha reconocido durante mucho tiempo que estamos perdiendo el control de los antibióticos. Las drogas que previamente han destruido las infecciones más peligrosas ahora son cada vez más impotentes. Las bacterias se adaptan más rápido que los farmacéuticos tienen tiempo para inventar nuevos remedios. Y los niños, especialmente en regiones de bajo acceso, son los primeros en pagar la vida de esta evolución.
Según una nueva investigación, la peor situación es en África y el sudeste asiático. Pero las consecuencias de esta catástrofe médica no tienen fronteras.
Los antibióticos de "reserva" que se encuentran en la SO, aquellos que deberían usarse solo en casos excepcionales, se han utilizado durante mucho tiempo como práctica estándar. Y esta es la principal amenaza. Su propósito de masa durante la pandemia, en particular en el fondo de la Covid-19, creó las condiciones ideales para el desarrollo de la supersonfección.
En algunos países, su consumo casi se ha duplicado. Y esto significa solo una cosa: la próxima vez que una persona realmente necesite una "reserva", es posible que ya no funcione.
La producción de nuevos antibióticos es un proceso costoso y lento. Y hoy pierde la carrera. Las compañías farmacéuticas no tienen motivación económica para invertir miles de millones en medicamentos que rápidamente perderán la eficiencia. Y los estados no tienen tiempo para responder a los desafíos con el nivel requerido de sistematicidad.
Hay una solución, pero es difícil llamarla. El mundo debería cambiar la filosofía del uso de antibióticos: no "tratar solo en caso", sino introducir restricciones claras, control sobre la venta, monitoreo estricto en hospitales y medicina veterinaria. Paralelamente, para invertir en saneamiento, vacunación y acceso a agua segura.
Los médicos dicen que combatir la resistencia a los antibióticos no se trata solo de píldoras. Se trata de la política estatal, la cultura del tratamiento y la educación médica básica.
De lo contrario, dejará de ser salvación en los próximos años. Y luego las enfermedades simples volverán a ser mortales.