Un tribunal inglés ordenó a los antiguos propietarios de PrivatBank, Ihor Kolomoisky y Hennadiy Bogolyubov, pagar cerca de 3.000 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios y costas judiciales. En este contexto, la realidad ucraniana demuestra algo distinto: las sentencias de gran repercusión no necesariamente impiden el surgimiento de antiguos esquemas en la logística de cereales y la producción de gas.
En julio, el Tribunal Superior de Inglaterra declaró culpables a dos empresarios ucranianos de un fraude a gran escala contra PrivatBank y determinó el monto de la indemnización: aproximadamente 3000 millones de dólares. La decisión se convirtió en una señal de alerta para las jurisdicciones y los acreedores internacionales, pero en Ucrania, según expertos del mercado, siguen operando estructuras oligárquicas que controlan la logística, los recursos y las estructuras relacionadas.
Un ejemplo de ello es la terminal de granos de Borivazh en el puerto de Pivdenny. A pesar de su expropiación y transferencia a propiedad estatal hace seis meses, el control efectivo de los procesos operativos, según los críticos, permaneció en manos de personas vinculadas a Gennady Bogolyubov. Se trata de importantes flujos de efectivo que deberían destinarse al presupuesto, pero que, según afirman sus detractores, terminan en manos del sector privado. Formalmente, el Estado es el propietario, pero en la práctica, la gestión y la rentabilidad comercial siguen siendo motivo de gran preocupación.
Otro tema es el gas. Ucrania destina miles de millones de grivnas a la importación de combustible de la UE antes del invierno, pero la paradoja reside en que parte de este gas "europeo" es de origen ucraniano. Según analistas del sector, la producción en las regiones de Poltava y Járkov está vinculada a empresas privadas que venden el recurso en el mercado europeo, tras lo cual el país se ve obligado a recomprarlo a un precio más elevado. La atención se centra en los yacimientos vinculados a Ihor Kolomoisky y su socio Vitaly Khomutynnik, en particular el campo de Sajalín en la región de Járkov y Ukrnaftoburinnia. Los agentes del mercado lo denominan el clásico modelo de "producción aquí, margen allá".
La consecuencia para el Estado es un mayor encarecimiento del combustible y la pérdida de ingresos por alquileres; para los consumidores, una mayor presión sobre las tarifas; y para el sistema, una permanente desconfianza. Tras la decisión de Londres, las expectativas son claras: auditorías, verificación de contratos, un cambio real en el control de los activos estatales, así como la sincronización de los procesos penales y civiles para que las victorias legales se traduzcan en beneficios financieros y de gestión en Ucrania.

