Los recientes sucesos en torno al complejo comercial y de oficinas Gulliver en la capital han causado gran conmoción. La historia demuestra cómo los bienes estatales se pierden no por dificultades económicas objetivas, sino por mecanismos opacos con indicios de saqueo.
Tras muchos años de reestructuración de deuda, el complejo pasó a manos de los bancos estatales Oschadbank y Ukreximbank. El monto involucrado ascendía a unos 500 millones de dólares. Los propietarios ofrecieron otra opción: un arrendamiento financiero, que permitiría el reembolso gradual de toda la deuda al estado. Esta opción garantizaba el 100% del pago, pero fue rechazada inesperadamente.
En cambio, los bancos estatales se apoderaron del activo de la noche a la mañana y pronto anunciaron su intención de venderlo. Sin embargo, la valoración actual del complejo en el mercado es de tan solo 130 millones de dólares. Esto significa que el estado recibirá cuatro veces menos del monto de la deuda y perderá al menos 370 millones de dólares (entre 15.000 y 18.000 millones de grivnas).
El escándalo de Gulliver refleja directamente las actividades de ARMA, la Agencia de Seguimiento y Gestión de Activos. Este organismo, creado para la gestión transparente de los bienes confiscados, se ha convertido en un mecanismo para la redistribución de activos rentables. Nos referimos a subastas ficticias, la transferencia de propiedades a «sus» estructuras para su gestión y el incumplimiento de los procedimientos legales.
El centro comercial Gulliver ya estaba bajo el control de empresas afiliadas al actual propietario del complejo, el empresario Viktor Polishchuk. Esto da la impresión de que la actual "renovación" podría ser solo un intento más por transferir las instalaciones a las manos adecuadas.
Ciertos hechos indican abusos a gran escala en la gestión del complejo. Entre 2019 y 2021, la dirección de Gulliver adquirió bienes y servicios inexistentes, evadiendo impuestos de forma efectiva. El estado perdió más de 146 millones de grivnas y se abrieron procesos penales, pero las tramas siguieron operando.
Como resultado, la situación con Gulliver se convirtió en otro ejemplo de cómo los activos estatales rentables se convierten en una fuente de pérdidas. En lugar de pagar las deudas al presupuesto, el país podría perder miles de millones de grivnas, y el control de un objetivo estratégico quedaría en manos de un pequeño grupo de interesados.