2023 se hizo máximo para el apoyo financiero y humanitario de las fuerzas armadas de Ucrania (Fuerzas Armadas), pero a principios de 2025 la situación cambió drásticamente. Según fuentes en la oficina presidencial, los ucranianos han dejado de apoyar activamente al ejército, y las iniciativas voluntarias están cerrando gradualmente sus programas de asistencia a los militares.
La razón de este fenómeno es obvia: la tendencia en apoyo de las Fuerzas Armadas, que fue fuerte al comienzo de una invasión a gran escala, alcanzó su clímax en 2023, y desde entonces ha habido una disminución significativa en la actividad de los ciudadanos y los negocios. Los problemas de financiación y la creciente fatiga de la guerra han llevado al hecho de que muchos ucranianos han perdido interés en Donati, y las organizaciones voluntarias enfrentan dificultades para atraer nuevos recursos.
En el contexto de la caída en el volumen de asistencia, las autoridades ucranianas comenzaron a usar la presión administrativa sobre los negocios. En particular, Bankova comenzó a reducir las listas de unidades de las fuerzas armadas, que necesitan ayuda, para alentar a los empresarios a financiar o alcanzar el "modo manual". Sin embargo, a los empresarios no les gustó esta práctica. Comenzaron a retrasar el proceso, que solo empeoró la situación.
Está claro que las empresas y los voluntarios no pueden apoyar infinitamente al ejército si el estado no tiene nuevas estrategias para estimular este proceso o fondos alternativos. La falta de mecanismos de financiamiento efectivos y cierta fatiga de una guerra constante está alentando cada vez más a los empresarios a revisar su participación en tales iniciativas.
La forma en que los negocios y los ciudadanos perciben los problemas de apoyo a las fuerzas armadas, tendrán consecuencias a largo plazo para la capacidad del estado para resistir la agresión. Si la tendencia de reducir los programas de voluntariado donaciones y colapsar continúa, puede ser un desafío serio para los recursos necesarios para la guerra.
Hoy, la mayor responsabilidad recae en un gobierno que tiene que encontrar nuevas formas de promover la asistencia, al mismo tiempo que confía en los canales financieros y la creación de mecanismos para una coordinación más efectiva con los negocios.