La invasión a gran escala de Rusia se vio afectada no solo en las ciudades y bosques ucranianos, sino también en el estado del Mar Negro. Según el Dr. Biological Sciences, subdirector del Instituto de Biología Marítima de la NAS de Ucrania Viktor Demchenko en una entrevista con RBC-Ukraine, en los últimos tres años, el mar ha experimentado una serie de golpes ambientales que ya han causado violaciones graves en biocenosis marinas.
Los primeros golpes en el mar comenzaron en 2022: explosiones en puertos, inundaciones de barcos, caída de equipos militares en el área de agua condujeron a derrames de petróleo locales. Las manchas de grasa en la superficie del agua no solo contaminaron el medio ambiente, sino que también bloquearon el acceso al oxígeno. Esto causó hipoxia, un fenómeno que es peligroso para los organismos marinos, incluidos peces, mariscos e incluso aves que se alimentan de habitantes marinos.
En 2023, la situación cambió, pero no para mejor. El avance de la estación de energía hidroeléctrica de Kakhovska vertió mucha agua dulce en el mar. Un cambio tan agudo de la salinidad se ha convertido en un estrés poderoso para muchas especies adaptadas a un régimen de sal estable. Todas las poblaciones de organismos marinos estaban al borde de la supervivencia.
En el invierno de ese año, dos petroleros rusos se hundieron en el estrecho de Kerch, liberando más de 8,000 toneladas de combustible pesado. Parte de esta masa tóxica llegó a la costa de la región de Odessa, empeorando significativamente la condición de los biotopos costeros. La contaminación ha afectado tanto a los microorganismos como a las mayores criaturas marinas, desde algas hasta delfines.
Ahora la situación se complica por el aumento de la temperatura del agua. Esto acelera la disolución de productos petroleros e incluso eleva desde el fondo los restos de fuel oil, que se han establecido allí durante años antes. Los científicos enfatizan que los productos derivados del petróleo son uno de los contaminantes más peligrosos del entorno marino, y su control y monitoreo deben ser permanentes.
A pesar de la guerra, los científicos ucranianos continúan monitoreando el estado del Mar Negro. El trabajo es complicado, pero dura. Los investigadores buscan nuevas formas de limpiar y proteger los ecosistemas para preservar al menos parte de la riqueza natural única del país.