Ucrania, que se convirtió en el epicentro de la guerra, al mismo tiempo atrajo la atención de los turistas extranjeros que quieren ver con sus propios ojos las consecuencias de la agresión rusa. Este fenómeno ha sido denominado "turismo negro" y causa mucha controversia.
Según la publicación suiza Sarganserländer , una docena de empresas ucranianas organizan los llamados "viajes militares". El coste de estas excursiones varía entre 150 y 250 euros y parte de los beneficios se destinan al apoyo del ejército. La atención se centra principalmente en Kiev y sus suburbios, como Irpin, donde la destrucción sigue siendo un recordatorio de los momentos más candentes de la guerra.
Los viajes a zonas de combate atraen no sólo a quienes buscan emociones fuertes, sino también a aquellos que quieren comprender mejor la tragedia de la guerra.
"No se trata de dinero, se trata de educación. Nuestros viajes son una especie de vacuna que puede evitar que se reanude la guerra", afirma Svetozar Moiseev, cofundador de una de las compañías de viajes.
Sin embargo, no todos los participantes en estos viajes lo tratan de forma ética. Por ejemplo, en julio de 2024, el estadounidense Nick Tan viajó a Járkov, situada a sólo 20 kilómetros del frente. "Sólo quería verlo", dijo, subrayando que la vida en Occidente es demasiado cómoda. Sus comentarios causan asombro entre los vecinos, que se ven obligados a vivir en constante peligro.
"Hace poco, un dron se estrelló a sólo 300 metros de mi casa. Me resulta difícil entender por qué alguien quiere ver esto voluntariamente", dice Ruslan Savchuk, residente de Irpen.
Los residentes locales perciben el "turismo negro" de manera ambigua. Algunos apoyan los viajes, creyendo que llaman la atención sobre la guerra, mientras que otros cuestionan la moralidad de tales visitas. Una diputada del consejo local de Irpenia Mykhailyna Skoryk-Shkarivska recuerda que algunos ucranianos preguntan a los turistas: "¿Por qué quieren ver nuestra tristeza?".
La directora de la Agencia Nacional de Desarrollo Turístico, Maryana Oleskiv, también llama la atención sobre la necesidad de un enfoque ético del turismo militar. La agencia planea lanzar cursos especiales para guías turísticos que trabajarán en recorridos similares.
A pesar de la disminución del flujo turístico debido a la guerra, la industria ucraniana ya se está preparando para la posguerra. Se celebran contratos con plataformas internacionales como Airbnb y TripAdvisor, que pueden abrir nuevas oportunidades para atraer extranjeros.