Los científicos que estudian la fauna única de la zona de Chernobyl han llegado a conclusiones inesperadas: el territorio, que se ha convertido en un símbolo de uno de los mayores desastres provocados por el hombre en la historia de la humanidad, puede ser seguro para la vida. Los estudios sobre las ranas arborícolas negras orientales, que se han adaptado a un fondo de radiación elevado, desafían las ideas establecidas sobre la inadecuación de esta zona para los humanos.
Uno de los símbolos de los cambios provocados por el desastre fueron las ranas arbóreas orientales, cuya piel cambió de color del verde al negro. Según Herman Orizaola, investigador de la Universidad de Oviedo en España, la melanina de la piel oscura de las ranas les ayuda a resistir la radiación de forma más eficaz. Sin embargo, esta mutación se produjo poco después del accidente de 1986 y no tiene relación con los niveles de radiación actuales.
"No encontramos diferencias en la edad o tasa de envejecimiento entre las ranas recolectadas dentro y fuera de la zona de exclusión", dijo Orizaola. Esto demuestra que el nivel actual de radiación no tiene un impacto significativo en su salud.
Los científicos señalan que más del 90% del material radiactivo liberado como resultado del accidente ya se ha desintegrado. Los isótopos más peligrosos, como el yodo-131, se desintegraron a los pocos meses del desastre. Muchas áreas de la zona de exclusión tienen hoy un fondo de radiación comparable al natural en varias partes del mundo.
Los investigadores creen que la situación ecológica en la zona es incluso mejor que en muchas regiones densamente pobladas. Desde hace 38 años, la ausencia de actividad humana ha permitido que florezca la biodiversidad, convirtiendo la zona en una reserva natural única.
Pese a los datos alentadores, Herman Orizaola llama a salir de la zona de exclusión sin intervención humana. "El valor del territorio como laboratorio natural para estudiar los efectos de la radiación y como zona clave para la conservación de la naturaleza supera su idoneidad para la habitación humana", opina.
El investigador propone convertir la zona de Chernóbil en una reserva natural y un monumento conmemorativo que recuerde la tragedia y sirva de ejemplo de la interacción de la naturaleza con los factores provocados por el hombre.
La zona de Chernobyl sigue siendo un ejemplo de cómo la naturaleza puede adaptarse a condiciones extremas. Estudios únicos, como el estudio de las ranas negras, abren nuevas perspectivas para comprender los efectos de la radiación en los ecosistemas y los organismos vivos. Sin embargo, esto no significa que la humanidad tenga derecho a una nueva explotación de estas tierras.