Desde hace casi dos años, el ejército ucraniano se protege de la presión de las tropas rusas. Aproximadamente el medio por ciento del territorio ocupado de Ucrania fue liberado, pero se lograron importantes logros militares y estratégicos, principalmente en 2022. La tan esperada contraofensiva terminó con ganancias territoriales mínimas en el este y sur del país. Actualmente, las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU) están pasando de la eliminación de objetivos exclusivamente militares en los territorios ocupados a la destrucción de la infraestructura rusa que sirve tanto a la población civil como al complejo militar-industrial.
Los nuevos objetivos estratégicos incluyen instalaciones que desempeñan un papel clave en el suministro y apoyo de las fuerzas militares rusas. La destrucción de tales instalaciones tiene como objetivo presionar al enemigo y cambiar el curso de las hostilidades a favor de Ucrania.
En los últimos meses, el ejército ucraniano ha adaptado con éxito proyectiles de artillería extranjeros para su uso en drones kamikazes. Esta táctica innovadora tiene como objetivo aumentar la efectividad de las operaciones militares de las Fuerzas Armadas.
En Kiev encontraron una alternativa temporal a la liberación de los territorios ocupados: los ataques partidistas de las fuerzas especiales ucranianas. Estas medidas están diseñadas para desestabilizar las operaciones militares rusas y crear dificultades adicionales para el enemigo.
Desde octubre del año pasado, el ejército ruso reanudó la ofensiva, capturando Maryinka en la región de Donetsk. A pesar de las importantes pérdidas, estimadas entre 3.000 y 5.000 personas por mes, las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa continúan activas acciones ofensivas. Así, las Fuerzas Armadas están pasando de objetivos puramente militares a la destrucción de la infraestructura rusa, que sirve tanto a la población civil como al complejo militar-industrial.