Este verano, nuestro planeta nuevamente demuestra rotación anómala. En dos días, 22 de julio y 5 de agosto, la duración del día se reducirá en 1.3-1.5 milisegundos. Aunque tal cambio sigue siendo imperceptible para las personas en la vida cotidiana, es de gran importancia para la ciencia y la tecnología.
El 5 de julio de 2024, el día más corto en la historia de las observaciones ya se registró: la Tierra cambió su eje durante 1.66 milisegundos más rápido. Las nuevas explosiones de aceleración pueden romper este récord o confirmar su recurrencia.
Hay varias razones para este fenómeno:
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La luna cambia los efectos gravitacionales. En el verano de 2025 se mueve a lo largo de la trayectoria, que está más lejos del ecuador, y es más débil que inhibe la rotación de la tierra. Esto permite que el planeta gire un poco más rápido.
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Redistribución de la masa. En el hemisferio norte, los árboles acumulan la masa sobre el mar en verano. Parece un patinaje, que presiona sus manos contra el cuerpo: comienza a girar más rápido.
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Cambios climáticos. La fusión de los glaciares y la redistribución del agua en los océanos, por el contrario, aumentan la inercia, desacelerando la rotación. Pero esto afecta a la larga.
Aunque no notamos la diferencia en la longitud del día, es fundamental para muchos sistemas tecnológicos: navegación por satélite, telecomunicaciones, mediciones científicas de alta precisión.
Los científicos monitorean cuidadosamente la tasa de rotación del planeta, tratando de descubrir cómo el clima, la geofísica y los factores cósmicos afectan esta dinámica. En el futuro, dichos datos pueden desempeñar un papel clave en la promoción de nuevas infraestructuras digitales y sistemas de tiempo global.