La campeona olímpica de gimnasia Liliya Podkopayeva ha hablado con franqueza por primera vez sobre el momento en que su hijo Vadim descubrió que era adoptado. Tenía solo tres años, y todo ocurrió por casualidad: durante un viaje con su abuela. Al pasar en coche por un orfanato, el niño preguntó: "¿Me encontraste allí?". Esta pregunta la impactó profundamente.
Liliya admitió que en ese momento no estaba preparada para una conversación seria con su hijo, pero luego se enteró de que fue su madre quien le dijo la verdad. La deportista no está enfadada; al contrario, agradece que esta etapa difícil haya transcurrido con naturalidad. En su familia, la adopción no era un secreto.
Podkopayeva enfatizó que no le importa quién dio a luz al niño. Lo principal es el amor, el cuidado y la calidez que el niño recibe cada día. Vadim creció con aceptación y apoyo, sin sentirse "diferente". Nunca intentó encontrar a sus padres biológicos, quienes lo abandonaron voluntariamente y ni siquiera comparecieron ante el tribunal.
Hoy, Vadym estudia en el Instituto Tecnológico de Georgia, el mismo campus donde residió el equipo ucraniano durante los Juegos Olímpicos de 1996, cuando Liliya logró su histórico triunfo. Para ella, se convirtió en un conmovedor recuerdo, un regalo de su hijo y un símbolo de la extraña forma en que se entrelazan los caminos del destino.
A pesar del dolor que el niño experimentó, Liliya está convencida de que todo salió bien. Su familia es una elección de amor, no de sangre. Habla con orgullo de su hijo y cree que su historia puede inspirar a otros padres que acogen a niños de orfanatos.