El otoño es una época en la que el cuerpo necesita más vitaminas y energía, y el exceso de calorías se acumula más rápido. Una dieta adecuada ayuda a mantener el peso, fortalecer el sistema inmunitario y mantener la energía durante la temporada de frío si se sustituyen las comidas pesadas por verduras de temporada, se añaden suficientes proteínas y grasas saludables, y no se olvida el ejercicio.
La base del menú debe ser verduras y frutas de temporada: calabaza, zanahoria, remolacha, manzana, pera y col aportan fibra, antioxidantes y vitaminas, pero no aportan calorías extra. Son ideales para sopas, guisos o ensaladas, ya que calientan agradablemente y, al mismo tiempo, sacian.
Igualmente importante es la proteína. Los huevos, el pescado, el pollo, las legumbres y los productos lácteos bajos en grasa ayudan a reparar las células, mantener la masa muscular y a mantener la sensación de saciedad por más tiempo, reduciendo la tentación de comer en exceso por la noche. Combina la proteína con verduras y carbohidratos de digestión lenta para que tu comida te llene más.
Las bebidas calientes no solo son reconfortantes: el té verde, las infusiones de hierbas o el té de jengibre con limón pueden reducir ligeramente el apetito y estimular el metabolismo. También refuerzan el sistema inmunitario, especialmente cuando se usan en lugar de bebidas azucaradas y el exceso de café.
Controlar las porciones ayuda a prevenir el aumento de peso: en lugar de tres comidas copiosas, puedes hacer de 5 a 6 comidas pequeñas, lo que te mantendrá con energía durante todo el día y reducirá el riesgo de comer en exceso. Es importante escuchar el hambre: come cuando tu cuerpo realmente te lo pida, no por costumbre.
Las grasas saludables (frutos secos, aguacates, aceite de oliva) no son nada del otro mundo: sacian y ayudan al cuerpo a absorber las vitaminas liposolubles de las verduras. Añádelas a ensaladas o como refrigerios ligeros con moderación.
A pesar del clima más fresco, el agua sigue siendo fundamental: lo óptimo es beber entre 1,5 y 2 litros al día. En otoño sentimos menos sed, pero la deshidratación ralentiza nuestro metabolismo y nos hace sentir peor, así que ten una botella a mano.
Y por último, el ejercicio. Las caminatas largas, los entrenamientos ligeros o el yoga ayudan a quemar calorías, mejorar el estado de ánimo y fortalecer el sistema inmunitario. La dieta y la actividad física van de la mano: sin ejercicio, es más difícil conseguir la figura y el tono deseados.
La dieta de otoño no consiste en un conjunto de prohibiciones, sino en un enfoque equilibrado: productos de temporada, suficiente proteína, grasas saludables, un régimen de bebidas y actividad física. Este enfoque ayudará a mantener el peso, la energía y la salud durante la época más vulnerable del año.