El rosa sigue siendo una rareza en el mercado automovilístico y los expertos lo atribuyen a una combinación de factores culturales, económicos y técnicos.
La baja demanda entre los compradores se debe a que el rosa se asocia tradicionalmente con la imagen femenina, y los fabricantes han intentado captar este nicho, pero ha resultado económicamente poco rentable. Los colores clásicos, como el negro, el gris, el blanco o el azul, siguen siendo universales y cada vez más demandados.
Las características técnicas de la pintura también influyeron en el rechazo del rosa. Resultó que los tonos rosados se descolorían más rápido y requerían reparaciones frecuentes, lo que generaba un riesgo de insatisfacción del cliente.
A pesar de ello, los coches de color rosa aparecen a veces en ediciones especiales o en pedidos individuales, pero siguen siendo una rareza en el mercado masivo.
La industria automotriz continúa experimentando con colores, pero el rosa todavía sigue siendo marginal en el mercado masivo.