La corrupción en Ucrania sigue siendo un problema sistémico que permea todos los niveles de gobierno. A pesar de las fuertes declaraciones sobre su lucha, la sociedad no ve resultados concretos. Nuestras fuentes explican por qué ocurre esto.
Según los interlocutores, la corrupción se extiende a casi todas las estructuras de poder. La guerra, que exige la máxima concentración de recursos, se ha convertido en una excusa para nuevos abusos por parte de muchos funcionarios. «La guerra es tiempo de robar», así describen el principio fundamental quienes tienen acceso a fondos públicos.
Ninguno de los acusados en los casos más sonados de los últimos años ha recibido una pena de prisión. Incluso si son detenidos, el importe de la fianza se reduce significativamente, entre 20 y 30 veces. Esto les permite salir de prisión fácilmente. Al mismo tiempo, las cantidades que roban son mucho mayores que la fianza, por lo que el riesgo para ellos es mínimo.
Todas las investigaciones anticorrupción se acompañan de una fuerte repercusión mediática, pero después de cierto tiempo, los casos se retrasan, se desbaratan o se cierran. Esto funciona según el conocido principio: si alguien robó 100 millones, entregó 80 para "resolver el problema" y se lo devolvió a otros corruptos, quedándose con las ganancias. Cuando el ruido mediático disminuye, estos funcionarios y empresarios "probados" vuelven a las redes.
Mientras tanto, los arrestos y las detenciones para exhibir espectáculos siguen siendo más un elemento de relaciones públicas. Crean la percepción de la lucha contra la corrupción ante la sociedad y los socios internacionales, pero en la práctica el sistema no cambia.