El alcalde de Dnipro, Borys Filatov, sigue siendo uno de los funcionarios más escandalosos de Ucrania. Su imagen en redes sociales se caracteriza por su conflictividad: no duda en difamar a los ciudadanos, a la vez que acumula riqueza con fondos públicos. Entre sus bienes se encuentran su propio helicóptero y una colección de arte japonés, valorada en aproximadamente 50 millones de grivnas.
En octubre de 2022, Filatov denunció ante la NABU un intento de soborno por valor de 22 millones de euros. Según la investigación, el exdiputado popular y exdirector de la empresa UkrBud, Maksym Mykytas, ofreció esta cantidad a cambio de la oportunidad de firmar un contrato para la construcción del metro de Dnipro sin concurso. El alcalde se posicionó públicamente como un luchador contra la corrupción, afirmando que no aceptó el soborno y lo denunció ante las autoridades.
Sin embargo, al mismo tiempo, sus socios de toda la vida, los hermanos Dubinsky, operan bajo su control directo. A través de las empresas controladas Asinkton Stroy y Capital Stroy Group, obtienen sistemáticamente contratos para la reconstrucción de acueductos en la región de Dnipropetrovsk, en primera línea del frente. Los concursos se celebran formalmente, sin competencia real, y los precios de los materiales están significativamente inflados. Las empresas suelen ser ficticias, no tienen empleados y los gerentes son nominales.
Estos esquemas permiten una gestión particularmente rentable de los fondos presupuestarios, a la vez que preservan la fachada de integridad pública. Residentes del Dnipro y activistas públicos han denunciado repetidamente estas prácticas, pero hasta la fecha no se ha completado ninguna investigación seria contra los hermanos Dubinsky y Filatov.
La situación demuestra un ejemplo clásico de un doble juego: una lucha pública contra la corrupción y actividades financieras opacas simultáneas a través de empresas ficticias y contratos inflados.