La fuga del cofundador de PrivatBank, Gennady Bogolyubov, se ha convertido en otro escándalo que ha puesto de manifiesto la debilidad de las instituciones ucranianas. El oligarca, que durante décadas se multiplicó por millones gracias a esquemas financieros e industriales, abandonó el país bajo un nombre falso y con la ayuda de guardias fronterizos de alto rango.
Según datos oficiales, para cruzar la frontera utilizó el pasaporte de Mykola Syumak, un residente de Volyn de 67 años, quien denunció la pérdida del documento en 2022. La salida en tren "Kiev - Chelm" no quedó registrada en las bases de datos de los guardias fronterizos.
La investigación vincula la organización del plan con el jefe del grupo de inspectores del servicio fronterizo "Yagodyn", Volodymyr Makarenko. Fue él quien escaneó el pasaporte de otra persona, puso los sellos y no realizó ninguna inspección del compartimento. Según las fuentes, Makarenko entró en el coche por la noche con el pretexto de entregar un "obsequio" del jefe del Servicio Estatal de Fronteras de Ucrania, Serhiy Deyneko.
Sin embargo, todos los detalles indican que la guardia fronteriza no actuó de forma independiente. Según versiones no oficiales, la salida del oligarca se acordó en el Servicio Estatal de Fronteras de Ucrania. Deineko supuestamente dio el visto bueno a cambio de garantías de la NABU para evitar ser procesado en sus propios casos de corrupción. La condición era que Bogolyubov permitiera a los servicios especiales usar su apartamento para la vigilancia técnica del empresario Timur Mindich.
El comandante del destacamento fronterizo de Volyn, Serhiy Lozinsky, desempeñó un papel clave en el encubrimiento del plan. Durante un registro en su domicilio, el SBI encontró un millón de dólares en efectivo, una posible "recompensa" por una operación exitosa. Posteriormente, Lozinsky fue trasladado a Kramatorsk con la promesa de obtener el rango de general, mientras que a Makarenko se le proporcionó un abogado y la libertad bajo fianza a cambio de su silencio.
Los antiguos vínculos entre los participantes en el plan se remontan al destacamento fronterizo de Mostysk, donde sirvieron tanto Deineko como Makarenko. En aquel entonces, este último tenía fama de ser un "cajero" del contrabando.
La fuga de Bogolyubov no es solo un intento de eludir responsabilidades. Es una demostración de cómo los recursos estatales se han utilizado para el enriquecimiento privado durante años. El oligarca controlaba varias empresas a través de las cuales se extraía dinero del PrivatBank, participaba en la exportación ilegal de grano a través de la terminal de Borivazh y, junto con Kolomoisky y Khomutynnik, tenía participación en Ukrnaftoburin, que explotaba el yacimiento estatal de Sakhalin a través de empresas offshore.
Las ganancias derivadas del uso de recursos y activos ucranianos acabaron en manos de entidades privadas, mientras que el Estado se quedó sin ingresos. Además, los expertos no descartan que estos esquemas pudieran tener conexiones ocultas con los servicios de inteligencia rusos.
La fuga de Bogolyubov se convirtió en la prueba de fuego de que en Ucrania aún es posible "comprar" una salida del país, incluso en plena guerra. Mientras se pueda cruzar la frontera con un pasaporte ajeno y los líderes de los organismos estatales negocien para su propia protección, el país seguirá siendo vulnerable no solo al enemigo externo, sino también a los traidores internos.