El estrés crónico se ha convertido gradualmente en un problema de fondo para millones de personas. No siempre se manifiesta de inmediato, sino que tiende a acumularse en el cuerpo y a manifestarse en forma de insomnio, ansiedad, problemas digestivos, presión o fatiga constante. Los médicos consideran que la meditación es una de las maneras más efectivas de abordar las causas subyacentes del estrés. El neurólogo y fundador del Centro de Entrenamiento de Meditación, Viktor Matsyshyn, explicó cómo funciona y por qué ayuda a restaurar el sistema nervioso.
El estrés es una reacción inespecífica del cuerpo a un impacto para el cual el sistema nervioso no está preparado. Puede ocurrir no solo debido a eventos graves, sino también a pequeños estímulos cotidianos. Cuando la capacidad de adaptación se reduce, incluso una situación insignificante causa ansiedad o irritación. El estrés penetra en el subconsciente, se acumula allí y, con el tiempo, se manifiesta en síntomas físicos o psicoemocionales.
La consciencia se puede comparar con el océano. Solo una pequeña parte es consciente, mientras que la mayoría de los procesos ocurren en el subconsciente. Si el estrés supera las capacidades del sistema nervioso, forma nudos persistentes en el subconsciente, que constantemente producen señales negativas. Con el tiempo, provocan ansiedad crónica, depresión, dolores de cabeza, trastornos del sueño y otros problemas.
El estrés prolongado activa el sistema nervioso simpático, responsable de la movilización y la tensión. Al mismo tiempo, se bloquea el sistema parasimpático, responsable de la recuperación y la digestión. Esto dificulta la digestión de los alimentos, incluso si son sanos y equilibrados. Como resultado, el cuerpo no recibe la energía necesaria, lo que agota aún más el sistema nervioso.
La meditación no trabaja con las consecuencias, sino con las causas profundas del estrés. Permite alcanzar los niveles profundos de conciencia donde se acumulan las tensiones y neutralizarlas de forma natural. No se trata de combatir el estrés, sino de crear las condiciones para que el sistema nervioso restablezca su equilibrio.
Existen varias direcciones principales de las prácticas meditativas.
Las prácticas de concentración buscan enfocar la atención y activar la actividad mental.
Las prácticas de observación abierta ayudan a desconectarse de los pensamientos estresantes y a reducir la tensión.
Las prácticas de autotrascendencia espontánea conducen la mente a las profundidades de la consciencia, a la fuente de los pensamientos, donde se disuelve el estrés acumulado.
La meditación regular activa el sistema nervioso parasimpático, reduce los niveles de cortisol y promueve una recuperación profunda. La mente se calma de forma natural, el cuerpo se relaja y el sistema nervioso tiene la oportunidad de reescribir las respuestas dañinas al estrés.
Aunque las técnicas básicas son de dominio público, un especialista ayuda a evitar errores y a obtener resultados más rápidamente. La formación profesional es especialmente importante para personas con estrés crónico, trastornos de ansiedad o enfermedades psicosomáticas.
La meditación es adecuada para la mayoría de las personas. Sin embargo, si padece trastornos mentales graves, como psicosis aguda o esquizofrenia, la práctica solo debe realizarse bajo supervisión médica.
La práctica regular reduce la ansiedad, mejora el sueño, normaliza la presión arterial y tiene un efecto positivo en la digestión, el sistema inmunitario y la concentración. Además, aumenta la resiliencia emocional, mejora las relaciones con los demás y facilita la adaptación al cambio.
Las técnicas de meditación se utilizan para el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la ansiedad y los trastornos depresivos, el dolor crónico, las enfermedades cardiovasculares y gastroenterológicas, así como el síndrome de fatiga crónica y los trastornos del sueño.

