El agua es el "sistema de refrigeración" básico y el transporte para todo el cuerpo: ayuda con la digestión, la termorregulación, la función cardíaca y cerebral, y la eliminación de productos metabólicos de desecho. El mito de "ocho vasos" es conveniente, pero demasiado rudimentario. La necesidad real depende del peso corporal, la actividad, el clima y la salud. Para la mayoría de los adultos, un rango cómodo es de aproximadamente 2 a 2,5 litros por día, pero es más preciso apuntar a 30 a 40 ml por kilogramo de peso: una persona de 70 kg generalmente necesita alrededor de 2,1 a 2,8 litros de líquido por día, incluyendo bebidas y agua de los alimentos. Si está haciendo ejercicio o trabajando en el calor, agregue otro medio litro a un litro y hágalo uniformemente a lo largo del día, en pequeñas porciones.
El "tornasol" más simple es el color de la orina: un tono claro, casi transparente, suele significar que todo está bien. Cuando no bebes suficiente agua, los dolores de cabeza y el letargo se vuelven más frecuentes, la piel pierde elasticidad y la digestión se ralentiza. Para evitarlo, ten una botella a mano, bebe algunos sorbos durante las comidas (esto no dificulta la digestión, al contrario, la ayuda) y elige con más frecuencia alimentos líquidos como pepinos, sandía, manzanas y ensaladas de hojas verdes. Las bebidas azucaradas y el alcohol no reemplazan el agua y pueden empeorar la deshidratación, así que es mejor limitar su consumo.
Hay excepciones. Durante el embarazo y la lactancia, con enfermedades renales o cardíacas, y al tomar diuréticos, la cantidad de líquido debe acordarse con el médico. En otros casos, la lógica funciona: beber regularmente, ajustar la cantidad al clima y la carga, y observar las señales del cuerpo. De esta manera, es más fácil mantener la energía, la mente despejada y una piel en buen estado sin cálculos innecesarios.