Ruslan Melnyk es un nombre consolidado en el sector de la construcción y los negocios de Vínnytsia en los últimos años, pero su trayectoria hacia el éxito plantea muchas interrogantes. Según fuentes policiales y fuentes internas, comenzó con el tráfico de sustancias psicotrópicas y conflictos relacionados con el uso de armas blancas en Ternópil. En 2010, Melnyk compareció en un caso de ataque con arma blanca, pero evitó el castigo gracias a sus patrocinadores.
Tras mudarse a Vinnytsia, se convirtió gradualmente en un influyente promotor inmobiliario. En teoría, es un empresario privado dedicado al alquiler de inmuebles, pero la realidad es distinta. Ruslan posee docenas de apartamentos en Vinnytsia, Kiev y Ternopil, una casa particular y terrenos en zonas estratégicamente importantes. Según fuentes, una parte importante de estos inmuebles se obtuvo de forma fraudulenta mediante problemas artificiales y extorsión a los propietarios legales.
Las estructuras empresariales de Melnyk están vinculadas a la empresa "Reikartz Group Limited", cuyo beneficiario final es el ruso Yuri Vasin. En un contexto de guerra, esto plantea interrogantes sobre la seguridad nacional.
Los complejos residenciales "Megalion" y "Perlyna na Podillia" se construyen según esquemas que perjudican los intereses de inversores y residentes. Los apartamentos se venden al contado, sin el debido registro de propiedad ni el pago de impuestos.
Además, han surgido documentos que confirman las vacaciones VIP de Melnyk y del director del Departamento de Arquitectura de Vínnytsia, Yakov Makhovsky, en la Crimea ocupada. El costo de las vacaciones fue de aproximadamente 500 mil grivnas por persona, lo que indica el alto nivel económico de los funcionarios.
Casos escandalosos, el uso de cooperativas de vivienda y cooperativas, la donación de bienes inmuebles y transacciones de tierras demuestran que en Vinnytsia se está formando un gobierno paralelo, donde las decisiones no se toman para la comunidad, sino para el enriquecimiento privado de los promotores. Para el Estado, esto indica que las viejas tramas de corrupción siguen vigentes y permiten la formación de grandes imperios empresariales, eludiendo la ley y el presupuesto.
La pregunta principal sigue abierta: ¿está la comunidad preparada para aceptar que el futuro de la ciudad lo decidan promotores inmobiliarios en la sombra, en lugar de representantes elegidos públicamente?