La mayoría de la gente toma café justo después de despertarse, con la esperanza de "activar el cerebro". Pero según los médicos, esta no es la mejor estrategia. Por la mañana, el cuerpo ya eleva drásticamente el nivel de cortisol, la hormona del estado de alerta. Es esta hormona la que ayuda a despertar, concentrarse y elevar la presión arterial a niveles funcionales. Es decir, la primera oleada de energía no proviene del café, sino del propio sistema hormonal.
Como explican los expertos, si se toma café cuando el cortisol ya está en su punto máximo, la cafeína parece "luchar por espacio" y su efecto es menor. El efecto es menor y la dependencia a la taza de la mañana es mayor.
El Dr. Raj Dasgupta recomienda programar el primer café para cuando los niveles de cortisol empiezan a bajar. Esto ocurre entre 1 y 3 horas después de despertarse. Para la mayoría de los adultos, esto ocurre entre las 9:30 y las 11:30 a. m. Es cuando el cuerpo responde mejor a la cafeína: aumenta la concentración, mejora el estado de ánimo y facilita el trabajo.
El café adecuado tiene algunas ventajas adicionales. La cafeína estimula la liberación de dopamina, la hormona de la motivación y la recompensa interna, gracias a la cual es más fácil querer hacer algo, y no solo mantenerse despierto. Diversos estudios indican que quienes toman café antes del mediodía tienen un riesgo de muerte prematura un 16 % menor, y un riesgo de enfermedad cardiovascular un 31 % menor. No hablamos de litros, sino de un consumo moderado de café negro sin exceso de azúcar ni crema.
Además, los ritmos circadianos matutinos te favorecen. El cuerpo absorbe mejor los antioxidantes del café durante la primera mitad del día. Estos compuestos tienen efectos antiinflamatorios y se cree que son una de las razones por las que el consumo moderado de café se asocia con una mejor salud vascular y una menor incidencia de inflamación.
Pero hay un momento en el que el café empieza a ser perjudicial: por la noche. La cafeína bloquea la adenosina, una molécula que le indica al cerebro que es hora de dormir. La cafeína tarda horas en eliminarse: después de 5-6 horas, la mitad de la dosis aún está en la sangre. Por eso, los expertos recomiendan no beber nada que contenga cafeína al menos 6-8 horas antes de acostarse. En resumen: si te acuestas a las 23:00, tu último espresso será alrededor de las 15:00.
En cuanto a la cantidad, la nutricionista Julia Zumpano recuerda que se considera que un consumo normal para un adulto sano es de hasta 400 mg de cafeína al día. Esto equivale aproximadamente a 3 o 4 tazas de café estándar (150-200 ml cada una), pero la cantidad es muy individual. La tolerancia a la cafeína depende de la genética, la edad, la presión arterial, las afecciones cardíacas e incluso la ansiedad. Si después del segundo café te tiemblan las manos, te late el corazón con fuerza o tienes problemas para conciliar el sueño por la noche, este es tu límite personal, aunque formalmente esté lejos de los 400 mg.

