El Servicio de Seguridad de Ucrania detuvo a una empleada de 56 años de un banco estatal de Odessa que proporcionaba datos personales de clientes, incluidos militares de las Fuerzas de Defensa, a los servicios especiales rusos. Según han establecido los investigadores, la mujer operaba bajo el control del FSB, que la reclutó a distancia tras su actividad en canales antiucranianos de Telegram.
Mientras trabajaba tras la ventanilla de una sucursal bancaria estatal, la sospechosa recopilaba información selectiva sobre clientes con uniforme militar o con signos de heridas recibidas en el frente. Registraba sus datos personales, vigilaba las transacciones bancarias y transmitía la información al responsable del FSB a través de canales seguros de internet.
Un explorador independiente también recorrió la ciudad y fotografió zonas donde podrían ubicarse unidades militares ucranianas. El enemigo planeaba usar la información recopilada para preparar ataques terroristas, sabotajes informativos e intentos de reclutar defensores ucranianos.
El SBU descubrió que la mujer de Odessa había llamado la atención de los servicios de inteligencia rusos debido a sus comentarios antiucranianos en Telegram. Representantes del FSB la contactaron haciéndose pasar por "personas afines" y posteriormente le ofrecieron "ayuda en la lucha contra el régimen".
Tras varios meses de comunicación, accedió a recopilar información, sin percatarse de que sus acciones estaban siendo documentadas por la contrainteligencia ucraniana.
El servicio especial documentó todas las etapas de la transferencia de información, realizó un registro en el lugar de trabajo y la residencia de la mujer, incautando equipo con evidencia de comunicación con comisarios rusos.
Posteriormente, la agente fue aislada y actualmente se encuentra bajo custodia. Los investigadores del SBU la informaron de la sospecha de alta traición bajo la ley marcial (Sección 2 del Artículo 111 del Código Penal de Ucrania).
Se enfrenta a cadena perpetua con confiscación de bienes.