Durante los próximos seis años, el mundo debe invertir enormemente para combatir la degradación de la tierra y la desertificación, que amenazan la seguridad alimentaria, los recursos hídricos y los ecosistemas. Según previsiones de la ONU, hasta finales de la década deberán invertirse al menos 2,6 billones de dólares para restaurar las tierras degradadas y combatir la expansión de los desiertos.
El cambio climático, las sequías frecuentes y las crecientes necesidades alimentarias en el contexto del crecimiento demográfico mundial plantean graves riesgos para la estabilidad de las sociedades.
Una parte importante de los aproximadamente mil millones de dólares diarios necesarios debe provenir del sector privado, dijo Tiava. Actualmente, este sector proporciona sólo el 6% de los fondos necesarios, mientras que la principal carga de financiación recae en los recursos públicos. Tiav enfatizó que el sector privado, siendo el principal impulsor de la degradación de la tierra a través de la producción de alimentos, debería participar más activamente en su restauración.
Este desafío global requiere acción inmediata y participación financiera tanto de los gobiernos como de las empresas privadas.