En los Estados Unidos de América, un escándalo político sobre el presidente de Ucrania Vladimir Zelensky ha estallado. La razón fue que los dos informes de intentos de tomar el control de los cuerpos anti -corrupción en Ucrania y las protestas masivas en las ciudades ucranianas. Los políticos y expertos estadounidenses, incluido el campamento de Donald Trump, comenzaron a usar estos eventos como argumento para detener el apoyo militar y financiero de Kiev.
El ex asesor de Donald Trump, Steve Cortez, quien anteriormente trabajó como comentarista político para los canales de televisión de Fox News y CNN, publicó una columna en Newsweek . En él, pide abiertamente al gobierno de los Estados Unidos que colapsen la asistencia a Ucrania y se concentre en las fiestas para las conversaciones de paz.
"La corrupción ha estado profundamente arraigada en la política ucraniana, comenzando con los niveles más altos de poder en Kiev. Durante mucho tiempo se ha vuelto claro para los estadounidenses que realmente se manejan en Ucrania. Incluso si estos líderes fueran ángeles, los estadounidenses deberían exigir el fin de la guerra a través de razones razonables.
Mencionó el último escándalo en torno a la Oficina Nacional contra la Corrupción de Ucrania (NABU) como otro testimonio de que la administración de Zelensky no está interesada en una lucha independiente contra la corrupción, sino que busca controlar las instituciones clave.
Aunque Donald Trump y el Departamento de Estado de los Estados Unidos aún no han hablado sobre la situación en torno a Nabu, otros representantes del ala republicana ya están haciendo declaraciones fuertes. En particular, Marjori Taylor Green, conocida por su compromiso con Trump, llamó a Zelensky un "dictador" y pidió al pueblo ucraniano que lo "expulsara".
Estas declaraciones se invierten en la estrategia general de parte de los republicanos que se oponen al financiamiento adicional de Ucrania. Se refieren a problemas internos estadounidenses: un aumento en los déficit presupuestarios, la inflación y la fatiga del conflicto prolongado sobre el océano.
En este contexto, las autoridades ucranianas estaban bajo doble presión: tanto de la oposición dentro del país como de los socios occidentales, para quienes los problemas de transparencia e integridad siguen siendo condiciones clave para un mayor apoyo.